Pero lo verdaderamente importante en las islas Azores es dejarse llevar por la naturaleza y por tu instinto salvaje, o por lo menos, viajero. No hace falta que los miradores salgan en las guías turísticas para encandilarte.
Son incontables las paradas que hemos hecho conduciendo a ninguna parte para fotografiar enclaves o escenas que te atrapan sin cesar. En una isla donde las alturas alcanzan el máximo protagonismo con sus cráteres volcánicos, conviene recordar que el litoral puede ser igual de magnético.
En muchos de los acantilados podréis ver las diferentes capas geológicas que se muestran con una claridad abrumadora. Parece un pastel de chocolate con diferentes capas de rellenos, como veis en la foto superior. El paso del tiempo en forma de arte natural. Impetuoso y abrumador.