Con la llegada de agosto, las vacaciones hacen mella en todas las empresas. Es cierto que los servicios turísticos se refuerzan con más personal para la temporada de verano, pero en demasiadas ocasiones no suele ser suficiente para atender a la gente en los lugares que sufren masificación.
Eso provoca una combinación explosiva cuando la demanda supera en gran cantidad al servicio. Y no nos engañemos, eso pasa mucho en julio y agosto. A partir de septiembre el servicio suele ser mucho mejor. En los restaurantes, los camareros están menos estresados. En las tiendas, ocurre lo mismo. Más sonrisas y una atención más personalizada además de los servicios gestionados con mayor eficacia, rigor y puntualidad.
La mayor parte de los servicios que adquiere el viajero de vacaciones se negocian de cara al público. En la recepción del hotel, el chiringuito, la oficina de alquiler de coches, los bares y cafeterías… los trabajadores están menos saturados, y su atención será más distendida y eficiente. No se trata de una crítica al sector ni mucho menos, todos somos humanos y el estrés no favorece a nadie. Elegir septiembre hará que tu estancia sea más placentera.