Menorca esconde gran cantidad de secretos históricos como el poblado talayótico de Trepucó. Las taulas son el monumento más famoso de Menorca, hay muchas esparcidas por toda la isla. Eran la pieza central de los santuarios de las comunidades talayóticas.
Para los que prefieren relajarse sin más, hay restaurantes y terrazas enclavas en las cuevas de los acantilados, además de los faros que adornan numerosos tramos del litoral. El atardecer más famoso está en el faro de Cavallería. Desde la propia playa homónima también se ve de lujo.
Una isla que conquista por su ambiente familiar y rural, con granjas y cultivos en el interior de un territorio mucho más verde de lo que esperaba, y con un litoral que bien puede presumir de estar entre lo mejor del Mediterráneo. Ojalá logre mantener esta esencia con el paso de los años.
Menorca: un paraíso en color turquesa.