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6 paraísos de cultura y esencia mediterránea

Costa de Sicilia

El Mediterráneo es la cuna de la civilización occidental con un patrimonio irrepetible.

Naturaleza exhuberante, volcanes explosivos, islas de ensueño y pueblos marineros.

Paraísos rodeados de vestigios de los grandes imperios de todos los tiempos.

Su personalidad es tan arrolladora como seductora.

Atenas. Grecia.
Atenas. Grecia..
Isla de Hydra. Grecia.
Isla de Hydra. Mediterráneo.
Hydra. Peloponeso. Grecia
Isla de Hydra. Peloponeso. Grecia.

1. PELOPONESO: LA SORPRESA GRIEGA

Playas con encanto y vestigios del Mundo Antiguo

Las islas griegas más famosas como Santorini, Mykonos o Pyros acaparan toda la atención dejando en un plano secundario al cautivador y escarpado Peloponeso. Playas entre ruinas majestuosas eclipsadas por el Partenón y otros monumentos de la capital de Atenas. El Peloponeso ofrece una gran oportunidad para adentrarse en la auténtica vida rural de Grecia.

El viajero puede disfrutar de pueblos marineros como Nauplia de influencia veneciana, y playas con encanto rodeadas de acantilados y, en ocasiones, de molinos a lo Quijote.

Pero lo más importante lo conforman los enclaves de los grandes acontecimientos de la historia griega en Olimpia, Delfos o Esparta. Capítulos que marcaron profundamente nuestra identidad como civilización occidental y que hoy forman parte del patrimonio de la Antigüedad clásica. 

Isla de Hydra. Peloponeso. Grecia.
Isla de Hydra. Grecia.
Isla de Hydra. Peloponeso. Grecia.

Calas de ensueño donde practicar submarinismo, preciosas lagunas y montes nevados completan un destino fascinante. Como en Grecia no pueden faltar las islas, la de Hydra será nuestra protagonista.

Esa misma que encandiló a Leonard Cohen, tanto es así, que el artista se quedó a vivir largas temporadas. En el pueblo comprobamos la afectuosa relación que mantiene con los vecinos de la isla.

Teatro de Epidauro. Peloponeso. Grecia.
Ermioni. Peloponeso. Grecia.
Erminioni. Peloponeso. Grecia.

Alquilar un coche es la mejor opción para explorar esta Península a tu ritmo y para llegar a cualquier rincón. Se puede hacer en transporte público pero tendrás que invertir mucho tiempo en los trayectos.

Para alojarte en Atenas recomendamos los apartamentos u hoteles cercanos a los barrios de Plaka o Monastiraki, los más animados y céntricos. Las tabernas perfectas para saborear los manjares griegos, esos que siguen en nuestro podio gastronómico.

Merece la pena dedicarle un par de días a esta capital magnética. Aquí la historia se transforma en un paseo por el antiguo imperio con sabor mediterráneo.

Atenas. Grecia.
Atenas. Grecia.
Atenas. Grecia.
Atenas. Grecia.

Para dormir en el Peloponeso recomendamos alojamientos rurales o familiares. Por suerte no abundan los grandes hoteles en un entorno marcado por el turismo local, que se reparte entre apartamentos, casas rurales y pequeños hoteles.

El Peloponeso se mantiene a salvo de la masificación turística y eso para nosotros, es todo un puntazo. Recorrerlo casi en solitario en pleno mes de julio fue todo un lujo de los que escasean. No hace falta ir a Santorini para disfrutar de pueblos blancos, puertas de colores y atardeceres con vistas al Mediterráneo.

Diversifiquemos los destinos y apostemos por un turismo sostenible.

Petralia Soprana. Sicilia.

2. SICILIA: UNA JOYA NATURAL Y MONUMENTAL

Si la personalidad tuviese nombre sería Sicilia

Sicilia ofrece numerosos tesoros culturales y monumentales enclavados en una diversidad de paisajes extraordinaria. Todo aderezado con la esencia más pura de Italia, la menos europea y la más caótica. La tierra de los Cíclopes ha sido venerada por poetas como Homero o Virgilio y valorada por culturas antiguas: fenicios, cartagineses, romanos y griegos.

Todos han dejado su huella en la isla mediterránea representada por la perfección clásica del Tempio della Concordia de Agrigento, los restos de las columnas de Selinunte o la belleza del Sátiro danzante, estatua recuperada del fondo del mar en Mazara del Vallo.

Al volar a Catania sobresale el humeante Etna, mientras en la capital de Palermo te recibe el Golfo di Castellammare. Un mar y montaña inigualable para actividades al aire libre.

Sicilia. Italia.
Taormina. Sicilia.

Destacan ruinas como el teatro greco-romano de Taormina, situado en una zona privilegiada para divisar la impresionante panorámica con el volcán Etna presidiendo la escena. Es el volcán activo con mayor altura de la placa Euroasiática, el segundo en referencia a la Unión Europea después del Teide y la montaña más alta de Italia al sur de los Alpes. 

Las montañas del interior del país forman unos paisajes preciosos. Cubiertas de un tapiz verde en el mes de febrero, algunos de sus pueblos medievales como Petralia Soprana son de cuento.

Sicilia. Italia.
Agrigento. Sicilia.

En el sur de la isla, Agrigento se vuelve un imprescindible. El Templo de la Concordia con la estatua de Icarus a sus pies es una maravilla de nuestros predecesores. Un sitio donde se vuelven a cruzar esas dos grandes civilizaciones: Grecia y Roma.

Aquí se encontraba la antigua Acragante, una de las ciudades más destacadas de la Magna Grecia.

Sicilia. Italia.
Sicilia. Italia.
Sicilia. Italia.
Palermo. Sicilia.

No olvidamos los mercados, la gastronomía exquisita, el volcán Estrómboli en erupción, pero sobre todo ese marcado carácter siciliano que nos ha conquistado a muchos. Una sella de identidad irrepetible con olor a naranjas y sabor a salitre.

Frente a las costas de Sicilia se ubica el archipiélago extraordinario de las islas Eolias. Un territorio único donde admirar el volcán más activo de Europa en Stromboli, recorrer viñedos y acantilados fascinantes en la isla de Salina, además de ascender al cráter de la isla de Vulcano. Unas islas que nos han robado el corazón y que puedes explorar a fondo en los siguientes artículos.

Estambul. Turquía.

3. ESTAMBUL: ENTRE ORIENTE Y OCCIDENTE

Multiculturalidad en el Bósforo

Poderosa, elegante y acogedora. Estambul es una ciudad surcada por las aguas del Cuerno de Oro y el estrecho del Bósforo. Dos culturas y continentes se mezclan aquí como en pocos lugares del globo. Oriente y Occidente, Asia y Europa. En eso radica gran parte de su encanto y magia.

Se construyó sobre la base de Constantinopla, la mayor ciudad cristiana en el siglo XII, que a su vez se había levantado sobre la antigua Bizancio. Estambul es heredera del mundo griego y romano. La puerta de entrada a Oriente y durante siglos, uno de los enclaves comerciales más relevantes de todo el mundo.

Una metrópoli lejos de tener como baluartes el cemento y los rascacielos. Docenas de minaretes coronan las colinas de Estambul que se asientan sobre bazares infinitos y mercados inviables. Un skyline que parece sacado de un cuento de leyenda.

Estambul. Turquía.
Estambul. Turquía.
Estambul. Turquía.
Estambul. Turquía.

Ese gen del comercio persiste en las generaciones actuales porque la compraventa corre por las venas de los turcos, con los bazares como gran escaparate. Ajetreo constante de gente, entre gritos y cánticos de promociones, comerciantes y vendedores alocados.

Sumamos una gastronomía espectacular y un carácter amable, ambas herencias mediterráneas. Es fácil conectar, sobre todo si te acercas a los barrios más apartados. Observar la vida de las familias libre de toda intención comercial con el viajero, es un lujo. Comida casera y precios irisorrios en esas tabernas que son tiendas donde la abuela remueve pucheros.

Sabor y abundancia. Como en casa, como en Galicia.

Estambul. Turquía.
Estambul. Turquía.
Estambul. Turquía.
Estambul. Turquía.

Calificada para muchos historiadores como la cuna del cristianismo, debido al esplendor de la ciudad cristiana de Constantinopla, la historia le ha dado una vuelta de tortilla y ahora su mayoría musulmana alcanza un 96%.

En Estambul hay más de 3.100 mezquitas y resulta imposible no rendirse a su belleza y misticismo, protagonistas indiscutibles del skyline. Parada obligada para todo el que quiere conocer un mínimo al pueblo turco. En contra de lo que podría parecer, se trata de un estado laico, donde la Constitución reconoce la libertad de culto para sus habitantes.

Los atardeces son de película, con los últimos rayos del sol cayendo sobre las siete colinas de la ciudad, coronadas por docenas de minaretes que conviven en esta encrucijada del mundo donde nos pasar –Las mil y una noches-.

Manarola. Cinque Terre. Italia.
Manarola. Cinque Terre.

4. CINQUE TERRE: MARAVILLA ITALIANA

Cinco pueblos hechizantes y mediterráneos

En la región de Liguria, cerca de Génova conviven una serie de pueblecitos pegados al mar, subidos a riscos inverosímiles, con un colorido hipnotizante. Se los conoce como Cinque Terre y han sido distinguidos como Patrimonio de la Humanidad de la Unesco.

Una topografía costera impresionante, una arquitectura muy bien conservada y una de las gastronomías más afamadas de Italia los han llevado a la fama del turismo internacional. Sitios que enamoran con sólo mirarlos y que mantienen esa esencia italiana única.

Estos cinco bellos pueblos encaramados a los cerros de la costa de la Liguria hechizan a todo el que pasa por allí, aunque eso si, aconsejamos visitarlos fuera de temporada alta. Demasiado pequeños para tanto turista en los meses de verano.

Cinque Terre. Italia.

Las cinco maravillas, a poca distancia unas de otras, son Monterosso al Mare, Vernazza, Corniglia, Manarola y Riomaggiore. El punto de partida para acceder a esos pueblos puede ser La Spezia, una localidad anodina desde donde salen los trenes para realizar el itinerario.

Se trata de un trayecto breve que atraviesa túneles con intermitentes apariciones del mar de Liguria. Compras un billete válido para 24 horas y puedes transitar por ellos durante todo el día las veces que quieras. En medio de las montañas verás pueblos de colores tan bonitos como los de la costa, y bastante menos congestionados, turísticamente hablando.

Vernazza. Cinque Terre.
Vernazza. Cinque Terre. Italia.

Una de las poblaciones más célebres de ese entorno es Portovenere, ciudad turística por excelencia. Junto a una lengua de la bahía se alzan pedruscos desbastados donde, como lagartos, se tumban los bañistas. Las terrazas se rodean de casas multicolores, con la gruta de Byron como una de las atracciones naturales.

La ciudad más importante y cercana es Génova, que posee uno de los puertos más visitados e importantes de Italia y el centro histórico medieval más grande de Europa. Todo esto se acompaña de la garantía de la gastronomía italiana, otro placer de un país que ha convertido la harina en arte.

croacia
Isla de Hvar. Croacia.

5. ADRIÁTICO: PARAÍSO DE ISLAS CROATAS

Hvar y Brac: dos joyas de la corona

Otra joya mediterránea en color turquesa es Croacia, con playas e islas fantásticas entre palacios de emperadores, calles de mármol y ciudades amuralladas. Su extraordinaria costa es su principal atractivo y la mayoría del turismo de verano busca los tesoros isleños más preciados entre varios cientos de posibilidades.

En constante equilibrio entre los Balcanes y la Europa central, por aquí se fundaron reinos, imperios y repúblicas. Un trajín que deja un rico legado cultural para suerte del viajero. Y para los que buscan más intensidad, actividades acuáticas de toda clase como buceo, kayak, windsurf o vela.

Sus islas del mar Adriático son las piedras preciosas de la colección: destacamos la isla de Hvar y la de Brac.

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Isla de Hvar. Croacia.
Isla de Brac. Croacia.
Isla de Hvar. Croacia.

ISLA DE HVAR

Hvar huele a lavanda y a romero, un perfume natural que te invade en muchos momentos, con la ayuda inestimable del viento. De aquí le viene el sobrenombre de la –Madeira del Adriático-. Bosques de pinos y playas de aguas turquesas la sitúan en el punto de mira de muchos viajeros.

Hoy luce como nunca rodeada de turistas fascinados que se agolpan en los meses estivales para conocer su principal enclave histórico, con el nombre de Stari Grad, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 2008.

Pueblos de pescadores, restaurantes y terrazas saciarán al turista más hedonista al caer la noche. La revista Traveller la ha seleccionado entre las diez islas más bonitas del mundo.

Isla de Brac. Croacia.
Isla de Brac. Croacia.
isla de Brac. Croacia.

ISLA DE BRAC

Una de las playas más famosas de todo Croacia está en la isla de Brač o Brazza, en la región de Dalmacia, y se conoce como el Cuerno de Oro por la forma de esta lengua de arena desde el aire. El paisaje de montaña es precioso con las laderas cayendo sobre el mar y unos pinares que se posan sobre la arena.

Esta playa de Bol o Zlatni Rat es muy accesible al encontrarse cerca de Split con conexiones regulares de ferrys (menos de una hora en llegar). Recomendamos pasar mínimo una noche para descubrir el ambiente de la isla al caer el sol.

Compartir mesa y comida es uno de los grandes rasgos culturales de Croacia, haciendo gala de su naturaleza hospitalaria y de la calidad de sus productos. Las tabernas familiares preparan cocina casera sencilla y económica.

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Isla de Brac. Croacia.

El telón de fondo de las playas lo ponen unas imponentes montañas. Los Alpes Dináricos, que se extienden desde Italia hasta Albania, recorren buena parte de la costa. La piedra caliza ha creado un maravilloso paisaje de picos, cavernas, cañones, cascadas y lagos.

La principal recomendación para el viaje pasa por evitar la temporada alta, siempre que se pueda. Visitar algunas ciudades pequeñas con mucha carga de turistas le resta gran parte de su encanto.

Menorca. Islas Baleares.

6. MENORCA: UN EDÉN TURQUESA

Un paraíso en una isla rural y familiar

Playas cristalinas, naturaleza, historia y gastronomía en una isla tranquila que invita a los paseos y a largas jornadas de playa hasta el crepúsculo. Menorca ha sabido evitar las masificaciones de otras primas hermanas y conserva una riqueza natural que le ha valido el reconocimiento como Reserva de la Biosfera de la Unesco.

Maó y Ciutadella se visten con monumentalidad y ofrecen una amplia oferta cultural, gastronómica y de ocio, en especial para los que viajan en familia. Pequeños pueblos pesqueros como Fornells o Binibeca, ponen el toque isleño en cuanto a arquitectura encantadora.

Menorca. Islas Baleares.
Binibeca. Menorca.
El Camí de Cavalls está formado por una serie de senderos que recorren la costa de Menorca, una auténtica joya del senderismo mediterráneo para gozarlo con calma. Conviene evitar los meses de más calor para disfrutarlo con una temperatura adecuada. Aún así no hace falta patear horas, puedes realizar pequeños tramos de media hora o menos, que te llevarán a algunas de las mejores playas.
 

Si buscas aguas turquesas y arena blanca, la costa sur es tu hábitat con playas casi vírgenes como Macarella y Macarelleta, Turqueta o Mitjana. El buceo es otro de los baluartes de la isla, y podemos confirmar que las inmersiones son espectaculares con cavernas, grutas y pecios por descubrir. Los paisajes subacúaticos son espectaculares con una vida marina rica y biodiversa.

Turqueta. Menorca.
Buceo en Menorca. Islas Baleares.

La costa norte es más agreste por la Tramontana. Sus playas son de arena roja oscura con aires salvajes y marcianos en cala Tortuga, cala Pilar, Pregonda o la famosa Cavallería.

Los amantes de la naturaleza tienen visita obligada al Parque Natural de S’Albufera des Grau, para observar diversos hábitats naturales de la isla: zonas húmedas, bosques de acebuches, estanques temporales, sistemas dunares, praderas de fanerógamas marinas e islotes costeros. Pasear por sus caminos es la culminación del slowtravel.

Playa de Cavallería. Menorca.

Menorca esconde gran cantidad de secretos históricos como el poblado talayótico de Trepucó. Las taulas son el monumento más famoso de Menorca, hay muchas esparcidas por toda la isla. Eran la pieza central de los santuarios de las comunidades talayóticas.

Para los que prefieren relajarse sin más, hay restaurantes y terrazas enclavas en las cuevas de los acantilados, además de los faros que adornan numerosos tramos del litoral. El atardecer más famoso está en el faro de Cavallería. Desde la propia playa homónima también se ve de lujo.

Una isla que conquista por su ambiente familiar y rural, con granjas y cultivos en el interior de un territorio mucho más verde de lo que esperaba, y con un litoral que bien puede presumir de estar entre lo mejor del Mediterráneo. Ojalá logre mantener esta esencia con el paso de los años.

Menorca: un paraíso en color turquesa.

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