La educación es algo intrínseco al progreso como sociedad. Da igual que hablemos de derechos fundamentales o de preservar el medio natural en el que vivimos. Todo eso, hay que enseñarlo. También la gestión de residuos, y la educación sexual en territorios donde es urgente acabar con la explotación infantil y sexual.
Aunque la mayoría de los menores sin escolarizar se encuentran en países de bajos ingresos, también existen brechas enormes y crecientes en el acceso y aprendizaje en los países de ingresos medios y altos. El origen del problema no siempre es la pobreza, sino la discriminación arraigada y la exclusión sostenida.
En países en vías de desarrollo, las mafias utilizan a los menores para sacar cualquier rédito económico, aunque sea a base de pederastia. Por unos míseros dólares, niños que jamás serán niños. Realidades abrumadoras, que tienen en la educación el primer peldaño para mejorar.
Obviamente sin recursos económicos, la vida no será fácil tras salir de la escuela, pero debe prevalecer la educación. En el siglo XXI debería ser obligatoria en todo el mundo. Pero no lo es, ni mucho menos, porque tampoco interesa. Iremos ampliando artículos sobre la importancia de la crisis educativa global, y cómo puede afectar al futuro social y ambiental.