La cultura europea de cementerios ha convertido estos espacios lúgubres y tétricos en lugares agradables para pasear y leer, o simplemente para escapar del bullicio y ajetreo de una capital como París. También sirven de marco para ciertas actividades culturales como performances, teatro, recitales, o conciertos de música clásica. Un ejemplo de cómo se pueden moldear espacios estigmatizados desde los anales de la historia. Los cementerios de París son arquitectónicamente espectaculares, como ocurre con toda la ciudad.
Muchos han entrado desde hace décadas en las rutas turísticas, no sólo por su valor patrimonial, si no por las tumbas de ‘famosos‘ que acogen en sus límites. Jim Morrison, Man Ray, Edith Piaf, Jean-Paul Sartre, Simon de Beauvoir, Marcel Proust, Julio Cortázar, Balzac, Charles Baudelarie, Oscar Wilde, y como no, el rebelde sin causa Serge Gainsbourg.
Nombres que han dotado a las artes, y sobre todo al mundo de las letras, de un prestigio que perdura con el paso de los siglos. Más adelante os indicaremos en que cementerios podéis encontrar estos sepulcros.
A comienzos del 1800 una orden napoleónica ordenaba crear varios cementerios fuera de la ciudad de intramuros para evitar epidemias, plagas y otras enfermedades. Cuestión de higiene pública que se solventaba apartando a los cadáveres del epicentro de la vida parisina. En las afueras de la capital se situaron los cuatro camposantos que cubrirían las necesidades mortuorias de norte a sur y de este a oeste.