Un paseo por Móstar
1. BOSNIA EN LA GUERRA DE LOS BALCANES
Mencionar Bosnia recuerda inevitablemente a la Guerra de los Balcanes, un conflicto civil que en los años 90 tiñó de dolor y sangre todo el territorio hasta 1995. Uno de los símbolos de la batalla, el puente Stari Most de Mostar, se ha convertido en la foto más buscada para el turista. Un pueblo que hoy en día, se acerca más a un decorado para los visitantes que a un enclave donde reflexionar sobre el pasado.
Un abrupto territorio que durante siglos ha sido escenario de una prometedora fusión de pueblos, tradiciones y culturas. Algo que ahora suena a incoherencia tras el conflicto étnico surgido hace 30 años. Demasiado reciente para olvidarlo.
Bosnia es un país balcánico en estado puro, con montañas ásperas en estética pero impresionantes en naturaleza. Con el plus de ser un país poco conocido, y por tanto, poco explotado turísticamente. Desde Sarajevo a Mostar, pasando por numerosas aldeas perdidas entre montañas imposibles de los Balcanes.
Sus cicatrices de guerra son evidentes, en medio de una mezcla de culturas por descubrir y una agradecida hospitalidad de su gente, que busca agarrarse al sector turístico como un balón de oxígeno para su maltrecha economía.
Nuestro roadtrip partió desde Croacia. De hecho, si no tenéis demasiado tiempo, nuestra recomendación pasa por visitar Mostar desde Dubrovnik durante el día, evitando así la gran masa turística que baja de los trasatlánticos para pasear la ciudad croata.
Al caer la noche cuando regresas a Dubrovnik podrás disfrutarla como se merece. Con calles vacías salvo por los infinitos gatos que la habitan, y con un suelo de mármol blanco reluciente, que resulta imposible apreciar bajo el sol y bajo miles de pies. Miles. Porque en cada crucero pueden bajar hasta 4.000 personas, y atracan varios al día. Delirante.
El trayecto entre Croacia y Bosnia deja además unas panorámicas extraordinarias de las islas del mar Adriático. Al adentrarte hacia Bosnia, que apenas cuenta con 10 kms de costa, el paisaje irá mutando hacia unas montañas agrestes que le infieren una atmósfera de rudeza, en contraste con la dulzura de Croacia.
2. MOSTAR: ESTANDARTE DEL TURISMO EN BOSNIA
Los protagonistas indiscutibles de Bosnia son los cascos antiguos de Sarajevo y Mostar, repletos de edificios históricos restaurados que conviven con otros llenos de balazos. Señales imborrables para una memoria que todavía supura.
No sólo el puente recuerda el conflicto doloroso. Sus cementerios musulmanes cuentan con multitud de lápidas de fallecidos en el año 1993, cuando la ciudad fue sitiada y bombardeada por la autoproclamada República Croata de Herzeg-Bosnia.
Más evidente resulta ver que la mitad de los edificios está en ruinas, como si la guerra hubiese terminado hace unos meses. Eso me llamó poderosamente la atención. No hay duda de que no quieren olvidar ni dejar a un lado un pasado que los ha marcado para siempre. Cuanto más te pierdas por sus calles, más edificaciones verás con cicatrices.
No hace falta alejarse del epicentro que supone el puente Stari Most. También las podrás ver en muchos de los edificios que lo rodean. Demasiado dolor para olvidar. Ya se sabe que ojos que ven… ojos que sienten.
Como en todo centro turístico, si se quiere conocer con más tranquilidad y menos bullicio turístico, el consejo no es otro que alojarse al menos una noche para poder apreciarla antes y después de la llegada de las excursiones.
A ambos lados del río Neretva, se disponen resturantes y una especie de mercadillo o rastro. Resulta intersante la visita a la casa-museo Muslibegovica, una de las construcciones mejor conservadas de la zona para observar la herencia otomana.
El pueblo otomano de Počitelj es uno de los conjuntos arquitectónicos más admirados de Bosnia, aupado por la declaración de Patrimonio Mundial. Asentado en un anfiteatro rocoso, las escaleras por las que se asciende parecen trepar entre destartaladas casas de piedra.
Se ubica tan solo 30 kilómetros de Mostar, por lo que resulta parada obligatoria para todos los se acercan desde Dubrovnik.
TOMA NOTA
Mostar es un buen punto de partida para visitar:
- Cataratas de Kravices
- Santuario de Medugorje
- Pueblo-fortaleza de Blagaj
3. EL PUENTE DE MOSTAR, DE SÍMBOLO A CIRCO TURÍSTICO
En resto del país se balancea entre una arquitectura socialista de dudoso gusto estético y pequeñas localidades en torno a castillos medievales, rodeadas por brutales macizos de montaña. Un paisaje eminentemente rural repleto de bosques y cascadas con pueblos en los que el tiempo parece haberse detenido.
Con este marco natural, Bosnia despega como uno de los mejores lugares de Europa para practicar deportes de aventura el esquí de invierno o el rafting.
Descendiendo las exuberantes gargantas al noroeste de Bihać se abren tramos de rápidos caudalosos que se abren para deleite de los amantes del rafting. Aunque la principal atracción es el Parque Nacional del Una, con una gran biodiversidad y un rico patrimonio arqueológico. Restos prehistóricos, fortalezas romanas y enclaves medievales, como Ostrovica.
CURIOSIDADES
A 30 kilómetros desde Sarajevo, se puede esquiar en la pistas de los Juegos Olímpicos de 1984.
Las pistas situadas en Jahorina o Bjelašnica, en los Alpes Dináricos, permiten explorar las tierras altas.
Uno de los atractivos de Bjelašnica es la posibilidad de practicar esquí nocturno.
4. ROADTRIP ENTRE CROACIA Y BOSNIA
Bosnia ofrece un montón de posibilidades combinado con Croacia. A solo 25 de Dubrovnik se ubica la ciudad medieval de Trebinje, un sitio alejado del mundanal turismo. Otra de las joyas arquitectónicas del país que se presta amablemente a visitarla. Pasear con toda la cama por su precioso casco antiguo, reconfortará al viajero después de la estresante visita a la sobreexplotada Mostar.
Pasar una jornada entre sus restaurantes y cafés, te dará la posibilidad de interactuar con lugareños de una manera más cercana y auténtica que en Mostar o Sarajevo, donde están ya acostumbrados a los visitantes con prisas.
5. SARAJEVO: LA CAPITAL BOSNIA ‘A LA TURCA’
Sarajevo es otro de los emblema de Bosnia Herzegovina, más allá de la etiqueta de capital. Por desgracia no puedo hablaros con conocimiento de causa porque no he estado, así que bastarán unas pinceladas para abrir boca y para que busquéis información a fondo en otros rincones virtuales.
Hace más de una década que Sarajevo comenzó a recuperar la normalidad tras la sangre derramada en la guerra de los Balcanes, siendo uno de los epicentros bélicos por excelencia. En la actualidad, presume de encantadores y elegantes cafés y de una animada vida nocturna.
Perderse por Baščaršija, antiguo y bullicioso barrio turco, es casi literal dado el entramado laberíntico de patios y calles peatonales sobre baldosas de mármol. Por lo visto, todo un imprescindible para los visitantes y locales.
En el casco viejo, Stari Grad, uno parece teletransportarse a Oriente. Una atmósfera creada por cafeterías donde se fuma shisha, se come el famoso cevapi bosnio o la clásica baklava otomana, que acompaña siempre a un buen café. Sarajevo, la capital bosnia ‘a la turca’.
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