BAILE DE MÁSCARAS EN EL SIGLO XXI
LA PANDEMIA EN TROTANDOMUNDOS
¿REALIDAD O FICCIÓN?
PANDEMIA. MIEDO. CONTROL. CRISIS. DESIGUALDAD. AUTOSUFICIENCIA. PLANETA. RESPIRO. PRIORIDADES. SALUD. TELETRABAJO. AVANZAR.
UN RELATO TELEPÁTICO, TELEMÁTICO Y TELEGRÁFICO
De isla en isla. Así ha discurrido la Aventura por el Pacífico como en un homenaje al juego de la oca. Vintage y analógico. Hemos subido a 25 aviones para llevar a cabo nuestro itinerario, y eso que algunos se quedaron en el camino por culpa del coronavirus. Una pandemia que, por suerte, se mantuvo alejada hasta el final del viaje. Unas semanas antes de la fecha prevista de vuelta, regresamos a casa. En ese preciso momento, el Covid-19 se había ganado un capítulo propio en esta travesía isleña.
Los aeropuertos se convirtieron en nuestro medidor de la pandemia mientras andábamos al trote. Cuestionarios de salud, controles sanitarios y miradas asesinas ante un estornudo. Las reglas del juego estaban cambiando en todo el mundo. Por eso os contamos a través de nuestras experiencias en el espacio aéreo, cómo nos fue afectando la pandemia desde finales de enero hasta el mes de abril. Volando de Sulawesi a Papúa, de Indonesia a Filipinas, de Manila a Australia y de Sydney a la isla de Flores, para cerrar el círculo en Indonesia.
Mascarillas, geles desinfectantes y controles de temperatura nos fueron metiendo en el guión de esta locura del siglo XXI que sólo ha confirmado que no estamos preparados para esto. Mucho ver películas de zombies y de extinción de la raza humana, y a la mínima nos volvemos locos comprando papel higiénico. Surrealismo puro. Y Alaska y los Pegamoides unos visionarios: ‘terror en el hipermercado, horror en el ultramarinos’.
Esto no será ningún análisis de la pandemia ni de su gestión porque sobran los expertos, en los medios y en las redes. Es un relato cronológico de cómo hemos percibido el comienzo del covid-19 al otro lado del mundo mientras estábamos en ruta. Por suerte no tuvimos demasiados problemas para volver a casa, más que comprar un nuevo billete para unas semanas antes. Con una vuelta por Londres para llegar a España que no estaba prevista y sensaciones muy extrañas.
Os contamos cómo vivimos la llegada de la pandemia, alejados de la familia y amigos. En unas semanas medio mundo pasó de la normalidad a la paranoia. En casa o TrotandoMundos, todos formamos parte de esta obra maestra de terror y supense en la que somos actores protagonistas, secundarios o figurantes.
La vida nos vuelve a demostrar que la realidad siempre supera a la ficción. Quizás se trate de un mensaje del cosmos que nos recuerda que no somos nada en medio de este polvo de estrellas. Una llamada de atención en forma de virus.
CAPÍTULO I. NORMALIDAD
GALICIA. ENERO. CORONAVIRUS. CHINA. JAPÓN. COREA. NACE LA PANDEMIA. ¿NUEVO ORDEN MUNDIAL? LA TIERRA RESPIRA.
¿AVISO APOCALÍPTICO?
GALICIA. ENERO. CORONAVIRUS. CHINA. JAPÓN. COREA. NACE LA PANDEMIA. ¿NUEVO ORDEN MUNDIAL? LA TIERRA RESPIRA. ¿AVISO APOCALÍPTICO?
Nuestra historia con el covid comienza en el departamento de Medicina Preventiva de nuestro hospital. Pedimos cita para revisar vacunas y preguntar por este virus que entonces azotaba China y otros países del entorno. A mediados de enero, el médico le restó importancia comparándolo con una gripe, y con una tasa de mortalidad parecida o menor.
No había más indicaciones. En la charla hablamos de la minimización sensata de riesgos esenciales ante cualquier virus como lavar las manos y llevar mascarillas en lugares concurridos como aeropuertos. Recomendaciones básicas en cualquier tipo de contagio, atendiendo a los riesgos que conllevan ciertos destinos.
Durante nuestra estancia en Sulawesi apenas estuvimos conectados. La primera semana la disfrutamos en el Parque Marino de Bunaken, pasando más tiempo bajo el agua que en tierra. Desconexión total en el primer paraíso del Pacífico y con la aventura en reposo, una de las mejores semanas de todo la aventura. Os recomendamos leer nuestro DIARIO DE VIAJE POR BUNAKEN.
Las siguientes dos semanas estuvimos en uno de los paraísos más remotos del norte de Sulawesi, las islas Togean. Tan recóndito que la cobertura de telefonía móvil era nula, incluso con SIM local. Nos pasamos aislados diez días sin escuchar ni una vez la palabra coronavirus. No tele, no móvil, no internet. Pero más conectados que nunca. Podéis descubrir este archipiélago del golfo de Tomini en nuestro DIARIO DE VIAJE POR LAS ISLAS TOGEAN.
Durante varias semanas en Sulawesi montamos en unos cuatro aviones y nunca pasamos ningún tipo de control relacionado con el virus. Aunque seguíamos utilizando la mascarilla en los aeropuertos donde el riesgo era más evidente. Y así nos fuimos de Sulawesi rumbo a Papúa.
La estancia de casi un mes en Sulawesi se había marcado por una total NORMALIDAD.
CAPÍTULO II. CON VENTAJA
PAPÚA. SIN CONTROL. NO COBERTURA. NO VIRUS. NATURALEZA. EVASIÓN. MANTAS. BUCEO. SUEÑOS. MASCARILLAS. MARAVILLAS.
CON VENTAJA.
PAPÚA. SIN CONTROL. NO COBERTURA. NO VIRUS. NATURALEZA. EVASIÓN. MANTAS. BUCEO. SUEÑOS. MASCARILLAS. MARAVILLAS.
CON VENTAJA.
Volamos a Papúa sin ningún control especial por la sombra del covid-19 a finales de febrero de 2020. Aeropuertos pequeños con poco movimiento de viajeros como Sorong, ni siquiera reciben vuelos durante todo el día. Se veían algunas mascarillas, todas de la docena de europeos que íbamos en el avión.
Cuando se tilda a una región de remota, recóndita o aislada, son calificativos intrínsecos a un escaso desarrollo de sus infraestructuras logísticas y de telecomunicaciones, que son los epicentros de la conexión con la sociedad del siglo XXI. A Papúa tarda todo más en llegar. La cobertura, pero también el coronavirus. Le pasa como a Galicia, seguimos esperando por el AVE pero la pandemia también ha tenido que viajar en tren regional. Ventajas de mundos menos conectados pero más protegidos en una epidemia imprevisible.
Nuestro riesgo de contagio viajando por estas islas era muy bajo. Más aún en comparación con España donde el nerviosismo comenzaba a aparecer en algunos familiares y amigos, aunque todavía eran pocos. El cerebro todavía se negaba a creer que se quedaría sin alas y sin pies, como había ocurrido en China o Corea. Pasar de ser pájaros en libertad, a hamsters en la rueda en tus 60 metros cuadrados de piso. Con suerte.
La semana en Raja Ampat nos mantuvo alejados del mundanal ruido, también del covid-19. Nos pasamos los días bajo el agua conociendo los fondos marinos impresionantes y las noches leyendo sobre las especies nuevas que habíamos visto. Deconectados del mundo, conectados con la naturaleza.
Inmerso en ese submundo paralelo donde el tiempo se mide en burbujas y donde la paz inunda la inmensidad, la evasión es total. Podéis leer más en nuestro DIARIO DE VIAJE POR RAJA AMPAT. Danzando entre mantas oceánicas sobre corales inimaginables te olvidas de otras dimensiones, una experiencia inolvidable que os contamos con detalle en el DIARIO DE BUCEO DE RAJA AMPAT.
No pudimos continuar la exploración por Papúa por unos obligados trámites administrativos en Manila. La siguiente misión aérea sería alcanzar la capital filipina. Pensamos que en el aeropuerto de Manila se podrían haber extendido algunos trámites relacionados con el virus, pero apenas se disponían unos míseros paneles informativos. Si recordamos a bastantes viajeros asiásticos con mascarilla, aunque como en estas latitudes es algo muy extendido, no sabemos en qué proporción era debido al fantasma del coronavirus.
Hasta la fecha, la búsqueda de paraísos remotos y desconectados para nuestra ruta, nos había dado cierta VENTAJA.
CAPÍTULO 3. CAMBIO DE RUMBO
FILIPINAS. SIN CONTROL. MANILA. NORMALIDAD. PANGLAO. BUCLE. NO HAY CHINOS. INFLEXIÓN. NO HAY TURISMO. REFLEXIÓN. SALVADOS. CAMBIO DE RUMBO.
FILIPINAS. SIN CONTROL. MANILA. NORMALIDAD. PANGLAO. BUCLE. NO HAY CHINOS. INFLEXIÓN. NO HAY TURISMO. REFLEXIÓN. SALVADOS.
En Filipinas nos pasamos unas semanas y subimos en otros cuatro aviones sin ningún control extraordinario. Las mascarillas empezaban a aumentar también en los vuelos nacionales, hasta ahora algo reservado para los grandes aeropuertos de las capitales. No tuvimos que pasar ningún control de temperatura y sólo tropezamos con algunos paneles explicativos sobre el covid-19 y su transmisión, además del protocolo a seguir para un viajero que perciba síntomas. Puramente informativo.
Una vez aterrizados en la jungla de asfalto de Manila, la vida discurría con total normalidad como podéis leer en el DIARIO DE VIAJE POR MANILA. Nos movimos a la isla de Cebú que abarca una zona muy turística del país y notamos por primera vez, el batacazo estrepitoso del turismo a fecha de primera semana de marzo. Se podría decir que ahí despertamos de nuestro letargo aventurero donde la desconexión, buscada y lograda, había sido la protagonista.
Quizás por esa sensación agridulce, Panglao nos espantó, a pesar de que lo pudimos pasear casi vacío. Un lugar chabacano y prescindible pensando en los infinitos paraísos naturales que esconde Filipinas, del que podéis leer más en el DIARIO DE VIAJE POR PANGLAO. No perdería mucho tiempo en este lugar a no ser que os mueva el buceo y vuestra idea pase por realizar algunas inmersiones en la zona. De lo mejor que vimos fue DIARIO DE BUCEO EN BALICASAG.
Los comentarios sobre el desastre de la temporada eran continuos en los negocios turísticos. Restaurantes, agencias, cafeterías, supermercados. La frase más repetida era: ‘no hay chinos’. Sitios tan turísticos como Panglao habían sufrido un golpe duro, al no contar con los numerosos aviones directos que suelen llegar desde China. Así nos lo confirmaron varios españoles residentes en la isla con negocios inmobiliarios, de hostelería o de buceo. Lo dejaron claro: ‘sin chinos se cae el turismo masivo’. Sumando las restricciones entre países que iban en aumento, la cosa se ponía delicada. En esa conversación ya planeaba el fantasma del peor panorama: ¿y si se para medio mundo por este virus?
Nos trasladamos unos días al pueblo de Loboc, a orillas de un río salpicado por encantadoras aldeas y arrozales. Esta región de Bohol ha saltado a la fama gracias a un capricho de la naturaleza, las llamadas ‘Chocolate Hills’, convertidas en un estandarte del turismo globalizado como podéis comprobar en el DIARIO DE VIAJE POR BOHOL.
Pero nuestro impulso nos decía que ese no era el viaje para profundizar en Filipinas. Luego sabríamos que nos escapamos del bloqueo fronterizo del país durante un mes, por sólo 48 horas. Primera vez que nos salvamos de las restricciones impulsivas de los gobiernos. Ahora tocaba girar timón hacia el Pacífico Sur, la brújula de esta aventura. Nos esperaba Australia para estrenar nuevo continente: Oceanía.
Tocaba CAMBIO DE RUMBO.
CAPÍTULO IV. PARANOIA
AUSTRALIA. ESTRENO. MÚSICA. CANCELACIÓN. SIDNEY. BLOQUEOS. PARANOYA. DECISIONES. CASTAS DE TOS. FRONTERAS.
NOS VAMOS.
AUSTRALIA. ESTRENO. MÚSICA. CANCELACIÓN. SIDNEY. BLOQUEOS. PARANOYA. DECISIONES. CASTAS DE TOS. FRONTERAS. NOS VAMOS.
Pisamos Australia estrenando continente y dispuestos a ver a uno de nuestros grupos favoritos en su país, porque se mueven menos que una seta. Oportunidad única que el destino había delante de nuestras narices en Aventura en el Pacífico. El primer día que decidimos la ruta de viaje y vimos su nombre en un cartel de un festival en Sidney… se hizo el silencio. Preguntas nerviosas. Por cierto ¿no tenemos que ir a Australia para enganchar con el Pacífico Sur?. Recordamos ese momento perfectamente. Miradas explosivas y chispas intensas.
Combinar viajazo y conciertazo de la vida, es un cocktail difícil de batir para estos dos TrotaMundos. En el aeropuerto de Sídney no hubo ningún trámite ni control sanitario, algo que si nos sorprendió porque en 24/48h después la situación en Australia daba un giro de 360 grados y Nueva Zelanda se bloqueaba por la pandemia. Esa ‘normalidad’ en el control de inmigración lo que provoca es una sensación de despreocupación.
Paseamos por Sídney un par de días con esa ilusión del concierto hacia el final de nuestra estancia y que podéis leer en el DIARIO DE VIAJE POR SIDNEY. Pero los castillos de naipes se derrumbaron con la cancelación del evento 12 horas antes del festival. Bofetada de realidad. No hay concierto. No hay festival. Tampoco hay fórmula 1. Ni futbol americano. Cancelan todos los eventos en Australia. Y bloquean a Nueva Zelanda. La maquinaria del mundo comenzaba a pisar el freno.
Era como estar en una película o en una matrix. Apagas el mando a distancia y sales a la calle, todo parece normal. Terrazas llenas. Últimos coletazos de la primavera. Terrazas llenas. Risas y charlas animadas. Compras y lujo. Un día cualquiera en Sídney. Pero llegas al hotel, enciendes la tele para informarte y todo se vuelve un bucle. La información es necesaria pero la sobreinformación lleva a la PARANOIA.
Bombardeo de noticias. Fronteras que cierran. España en la lista negra. Restricciones en aumento. Preocupación en las familias. Expansión como la pólvora. Nos espera una ruta complicada por islas del Pacífico Sur. ¿Qué hacemos?
Como si estuviésemos en un juego de Pekín Express de estrategia psicológica. ¿Te quedas o te vas? ¡Tu véras! ¿Escoges el camino de ‘tonto el último’ o el de ‘los últimos serán los primeros’? Si fuese una pandemia letal como en las películas de ficción, lo más seguro sería alcanzar una isla perdida del Pacífico, cuanto más alejada de la civilización mejor. Supervivientes del apocalipsis en una isla desierta. Pero en la vida real, el final de la cinta estaba más abierto.
El mundo se transformó a la velocidad de la luz en un lugar de desconfianza y temor. Vimos como un estornudo en un avión se volvía toda una amenaza de bomba. Un ataque de tos se recibe diferente si proviene de un indio o de un europeo. De repente, la tos también tiene castas. Vergonzoso. Escenas dantescas que hacen presagiar que la discriminación no se esfumará con el coronavirus. Bajo la máscarilla, rigen los mismos preceptos.
Y las nuestras ahí seguían desde Madrid. Preparadas para los traslados por aire, con los aeropuertos como germen de la contienda en una guerra sin bandos. O si. China y Estados Unidos. El covid-19 afecta a todos los países pero en el casino del mundo mandan los mismos de siempre… abran juego señores!
Había tres opciones sobre la mesa. 1. Seguir ruta hacia el Pacífico Sur. 2. Quedarnos en Australia. 3. Volver a casa. Descartamos la primera porque ese paraíso isleño que podría salvar a dos españoles del fin del mundo, podría volverse en nuestra contra. Bloqueados en tales coordenadas, el regreso será infinitamente complicado. Países que todavía hoy, mantienen su casillero del covid a cero.
Arranca el estado de alarma en España. Volver no parecía sensato con la pandemia campando a sus anchas por Madrid y silenciosamente por el resto del país. Pidiendo que la gente no de desplaze. En Australia las cosas empeoraban y quedarnos bloqueados en uno de los países más caros del mundo, tampoco parecía una idea inteligente. Después de muchas vueltas que sería infinito contar, nos decidimos por la cuarta opción que no estaba en las alternativas. Volver a Indonesia. De allí partía nuestro avión para España, a un mes vista eso si. Adelantemos pasos. Sigamos con ventaja. Vámos a bucear a Komodo.
Embarcando para el vuelo a Indonesia, nos enteramos de que Duterte acababa de bloquear Filipinas durante cuatro semanas. Un mes sin poder salir o entrar al país. Nos enteramos de que una amiga de Barcelona ha comprado uno de los últimos vuelos que quedaban para volver a España, antes de que se haga efectivo el bloqueo aéreo. Nos salvamos.
Nuestra amiga nos contaría que su vuelo Cebú hizo escala en la ciudad australiana cuando estaban más de la mitad de los vuelos cancelados. Australia cerraba fronteras y la orden se hacia efectiva. Finalmente la suerte estuvo de su lado y pudo volar hacia Dubai en uno de los últimos disponibles.
Nosotros ya habíamos aterrizado en Bali desde Sídney. 24 horas más tarde Australia hacía efectivo el cierre de fronteras a extranjeros. Segunda vez. Por los pelos. Menuda PARANOIA.
CAPÍTULO V. LA VUELTA
IMPROVISACIÓN. MASCARILLAS. AEROPUERTO. PAPELEO. BALI. AEROPUERTO. KOMODO. FLORES. INDONESIA. NUESTRA CASABLANCA.
VOLVEMOS A CASA.
IMPROVISACIÓN. MASCARILLAS. AEROPUERTO. PAPELEO. BALI. AEROPUERTO. KOMODO. FLORES. INDONESIA. NUESTRA CASABLANCA.
VOLVEMOS A CASA.
Flores y Komodo se conviertieron de improvisto en nuestra útima parada de la Gran Aventura debido al covid-19. Muy afortunados por viajar durante más de dos meses, sabíamos que estaba llegando el final de un periplo que no termina donde estaba previsto, pero el lugar no importa cuando la compañía lo es todo.
Salimos de Australia rumbo a Indonesia, entrando por la puerta más barata, la encumbrada Bali. Fue la primera vez que nos hicieron un control de temperatura en el aeropuerto, cuando corría la mitad del mes de marzo. Firmamos además un papel de salud conforme a tus condiciones de salud. Primera vez que veíamos este trámite, que luego se extendió ampliamente.
En el hotel de Bali reinaba la calma chicha. Viajeros bebiendo cerveza, daikiris en las piscinas y una ciudad con rincones llenos de flores, que luchan por seguir siendo encantadores a pesar de la masificación turística. Pero una cosa había cambiado, muchos hablaban de las dificultades para volver a casa o de las respuestas que estaban en suspenso por los grandes mayoristas de viajes.
Nos marchamos a Komodo y confirmamos aquello que habíamos hablado en Filipinas. La soledad de parajes naturales que son auténticas joyas naturales del mundo, es maravilloso. Navegar por el Parque Nacional de Komodo con paisajes de impresión casi en solitario sin cruzarte con cientos de barcos por el archipiélago, era un lujo inigualable e innegable. Sin buscarlo, tocaba ver el lado positivo en un mundo ya inmerso en una espiral negativa.
Allí también se hablaba de que no había chinos, pero a esas alturas faltaban ya turistas de muchas partes del mundo. Pasamos unos días muy tranquilos en Flores, donde no parecía raro que algunos no oyesen hablar todavía de la pandemia. Y poco después nos enteramos de que había cerrado el aeropuerto de Bali, acelerado por la muerte de una turista británica por coronavirus, una semana antes. Los cierres de fronteras empezaban a caer como guillotinas y tocaba volver a casa.
Pasadas 35 horas de viaje estábamos al calor del hogar. Komodo-Yakarta-Dubai-Reino Unido-Barcelona-Galicia. En ningún sitio pasamos controles de ningún tipo. Ni de temperatura, ni preguntas, ni chequeo profundo del pasaporte para ver de dónde habíamos estado en las últimas semanas. Nada.
Con la salud y las familias en orden, tocaba adaptarse a la jaula del confinamiento del primer mundo. Pero una pandemia desde la comodidad del hogar, no es la misma que vivirán millones de personas. El virus no entiende de clases, pero los que menos recursos sanitarios tengan, están jodidos. La raíz cuadrada de la desigualdad no tiene decimales, aquí siempre pierden los mismo.
Desde nuestra afortunada posición en el mundo, toca empezar a digerir todo aprendizaje acumulado en diez semanas. Asimilar todas las experiencias vividas y brindar por los sueños que quedan por cumplir. Y así fue como algunos de nuestros amigos, dijeron haber perdido su avatar. Ese que volaba libre al otro lado del mundo en islas paradisíacas que se habían convertido en su esperanza de normalidad.
Sus alas del mundo unicornio, se cayeron en pleno vuelo con nuestra VUELTA.
¡TOMA NOTA!
Recomendamos anotarse en el Registro de Viajeros del Ministerio de Exteriores cuando viajes al extranjero. EL objetivo es poder localizarte o contactar ante una emergencia como una catástrofe natural o atentado y donde puede ser necesaria la repatriación de españoles. La comunicación será más rápida en casos de urgencia. La visita a algunos países con conflictos armados activos se recomienda también comunicar los datos del viaje directamente ala Embajada o Consulado correspondiente. No se trata de control, si no de seguridad. Y en el mundo en el que vivimos, estamos más controlados por el teléfono inteligente que por cualquier gobierno.
REGISTRO DE VIAJEROS (MINISTERIO DE EXTERIORES)
CAPÍTULO VI. EN LAS NUBES
NUBES. MORDAZA. CAMINOS. CAPITALISMO. AUTOSUFICIENCIA. DESIGUALDADES. LOTERÍA GEOGRÁFICA. GUERRAS. ÉBOLA. REÍR O LLORAR.
NUBES. CAMINOS. HUMANIDAD. CAPITALISMO. AUTOSUFICIENCIA. DESIGUALDADES. LOTERÍA GEOGRÁFICA. GUERRAS. ÉBOLA. REÍR O LLORAR.
Sobre las nubes y el mar, resulta imposible no reflexionar sobre la vida. Más en un momento donde la mascarilla parece querer actuar de mordaza. Después de una aventura de varios meses por el Pacífico aderezada con una pandemia, el crisol de datos, percepciones y sensaciones es un irremediable proceso de digestión. La pandemia ha hecho brotar un montón de preguntas que permanecían aletargadas en la conciencia colectiva. El camino a seguir como sociedad, humana y naturalmente hablando.
Quizás influye lo que hemos vivido en nuestro viaje por el Pacífico, recordando lo poco que es necesario para vivir y lo mucho que se protesta en nuestros submundos. La vida puede ser muy sencilla y nos empeñamos en complicarla con una sociedad ahogada por un consumismo sin sentido y un capitalismo atroz.
Las desigualdades van a más. Para que nosotros tengamos todo el confort, muchos no tendrán que comer. Una realidad que se atraganta y que muchos se empeñan en no asimilar. El Congo, Bangladesh, India, Honduras, Etiopía. No es demagogia, es la vida real para miles de millones de personas. Sin recursos sanitarios, el covid arrasa. O no. Porque ¿quién sabe las bacterias o virus que están por llegar?
Ahora ya sabemos que las guerras biológicas podrían llegar en un abrir y cerrar de ojos a cualquier rincón del mundo, de manera sigilosa. Una sociedad más igualitaria sería el mejor cobijo para todos cuando el bicho afecta por igual a cualquier ser humano. Y lo que es peor, nos hace falta mucho más que un aplauso en masa, para afrontar futuras pandemias. Las iniciativas solidarias siguen destacándose como excepcionales, cuando deben componer el engranaje básico de la humanidad. Como indica la palabra en su estricta definición.
En un mundo sin escrúpulos donde persiste el ‘sálvese quién pueda’ los más vulnerables son los que se llevan la peor parte. Viven en un bucle dramático. Muchas de esas regiones empobrecidas, disponen de los recursos naturales más relevantes del planeta. Mientras la deforestación de los bosques va abriéndose paso en un lento ecodicio, marcado por las leyes de un sistema podrido. Puedes leer más sobre esto en nuestra sección de MEDIO AMBIENTE.
El dinero manda para empresarios pero también para nativos que buscan negocio donde pueden para lograr subsistir. Y la conciencia solamente se gana a través de una educación bien cimentada, esa meta inalzanzable para los más desfavorecidos. La pescadilla se muerde la cola. Sin inversión educativa no hay progreso. Tampoco interesa.
Poco se habla del continente más acostumbrado a las pandemias, África. Mientras se extiendan entre sus límites, no preocupa. Pero si el ébola se monta en un avión y se planta en nuestra casa, nos ponemos manos a la obra. Brota el dinero para investigación y la vacuna está servida. Mientras está lejos, que se arreglen solos. Otro reflejo de nuestra sociedad que resulta bárbaro, calificativo en su connotación de barbarie absoluta.
El covid-19 hizo temblar la ecuación de la lotería geográfica de la vida porque ¿y si el virus se muere con el calor?. Desde el sofá, algunos ya sudaban tinta china pensando en tener que saltar la valla de Melilla, pero en la otra dirección. Los poderosos, estarían pensando en cambiar de segunda residencia, de Galicia o de Madrid a Túnez. Tan absurdo como real.
El azar de la vida seguirá creando dramas en un mundo que continúa sin mejorar sus cimientos de base y acercándose más a un esperpento de humanidad. Cuando menos a una tragicomedia. Reír o llorar (con mascarilla). Esa es la cuestión.
CAPÍTULO VII. EN CASA
CASA. CONFINAMIENTO. BARBECHO. FÁCIL. DIGITAL. TELETRABAJO. UNIÓN EUROPEA. REPUGNANTE. TELETRABAJO. CAMBIOS. CONCIENCIA GLOBAL. SUEÑOS. RECUERDOS.
CASA. CONFINAMIENTO. BARBECHO. FÁCIL. DIGITAL. TELETRABAJO. UNIÓN EUROPEA. REPUGNANTE. TELETRABAJO. CAMBIOS. CONCIENCIA. SUEÑOS. RECUERDOS.
Sentirse extraño en casa. Añorar ese calor constante. El ritmo desenfadado y descarado de Asia. Los sabores intensos en tus papilas. MORRIÑA TROPICAL. Eso es lo que percibimos al calor del hogar y con el mundo de fondo. Como si hubiésemos vivido los últimos meses en otra dimensión y de repente vuelves a tu única realidad. La cabeza necesita unos días para asimilar los cambios después de varios meses en el trópico asiático y aterrizando en la fresca primavera gallega.
El confinamiento fue fácil porque quedarse en barbecho después de vivir semanas con la mochila a cuestas, se agradece. Meses tomando decisiones continuas y viajando de un sitio a otro. Cada día tienes varias misiones por realizar. Y de repente frenas en seco y el cerebro derrapa.
Descansar, cocinar, leer o tiempo para pensar, deberían considerarse el verdadero lujo de una sociedad avanzada. Todo lo demás es esclavismo, anque sea disfrazado de libertad controlada. Para que la humanidad progrese, debe reflexionar. Se ha perdido la filosofía, la búsqueda de respuestas y hemos dejado de mirar al cielo. Donde posiblemente estén las respuestas a esas cuestiones que se planteaban los eruditos del pensamiento.
Dentro de una situación estable laboral y económica, quejarse por estar confinado no tiene sentido. Casa, comida, bebida y todas las comidades del mundo moderno además de una ferviente sociedad virtual para estar conectado en todo momento. Realmente quejarse por esto es un vicio. Pero para muchos quejarse es ya todo un estilo de vida, que en las redes sociales se multiplica.
Quedarse en casa. Temporal. Fácil. Pero una vez más, lo complicamos y protestamos. Todos no, pero muchos si. De política ni hablamos. Pandemia y todo sigue igual. No hay unión. Ni Unión Europa, ni unión humana. Repugnante. Gracias Portugal. El fracaso del sistema que rige el llamado ‘orden mundial’ se ha operado de la cadera varias veces. A su larga edad, no le llega la hora de retirarse en favor de un sistema más joven, adecuado a los tiempos y que atienda a la sociedad de futuro. Digital. Telemático. Sostenible.
Todos los que han conseguido adaptarse, como cualquier especie ante un cambio en su ecosistema, se llevan aprendizajes de vida y reflexiones valiosas. Las empresas, aunque haya sido por obligación, han puesto de manifiesto las posibilidades del teletrabajo. Y la sociedad no puede negarse a los sorprendentes cambios ambientales cuando paramos nuestra actividad. A muchos no nos hacía falta el virus para valorar las pequeñas cosas de la vida, además de las grandes y obligadas como la sanidad pública. Faltan votos, no aplausos. Bienvenidos son, pero la lucha está en las trincheras. Con paso firme y duradero.
La cuestión es… ¿cuándo el miedo se vaya, se llevará el aprendizaje? La conciencia es muy traicionera. Y no digamos su hermana gemela la inconsciencia. Se nos presume humanidad pero a la mínima nuestros aliados europeos se dan la vuelta con el último rollo de papel higiénico. Así de mal huele la Unión Europea. Repugnante. Se repite las veces que haga falta. Repugnante. DesUnión Europea. ¿Estado de bienestar?. Gracias Portugal. Otra vez.
Las prioridades han cambiado para los que vivían con ellas equivocadas. Y en el campo de juego se abren las apuestas: ¿cambiaremos como individuos? ¿Y como sociedad? o lo que es todavía más complicado, ¿como humanidad?.
EPÍLOGO. LA REALIDAD SUPERA LA FICCIÓN
ABRIL CASI MAYO. NEGRO SOBRE BLANCO. RESTRICCIONES. LIBERTAD. CONTROL. SALVACIÓN. EXTINCIÓN. CÓDIGOS. CHIPS. PARANOIA? NO, LA REALIDAD SUPERA A LA FICCIÓN.
ABRIL CASI MAYO. NEGRO SOBRE BLANCO. ESTADO DE ALARMA. LIBERTAD. CONTROL. RESTRICCIONES. CHIP. CÓDIGOS. LA REALIDAD SUPERA A LA FICCIÓN.
¿Cómo será esa nueva realidad a la que nos enfrentamos? ¿Cómo será viajar a partir de ahora? ¿Cómo serán los movimientos y los requisitos? ¿Códigos de coronavirus? ¿Chips en la piel? ¿Libertades restringidas? ¿Controles telemáticos? ¿Ensayo general?
Todo suena a película. Blade Runner o Mad Max, llevado al extremo. Pero si algo ha quedado claro a estas alturas, es que la realidad siempre supera a la ficción. Esta era la imagen del aeropuerto del Prat cuando llegamos a Barcelona. Pre-apocalíptico. Barcelona parecía una ciudad fantasma. Pasar del caos de Asia a esa estampa, no era fácil. Como haber saltado a una dimensión equivocada.
Que el fin del mundo puede estar más cerca de lo que parece. Nuestras generaciones lo esquivarán, con un margen de cientos de años, pero seamos conscientes de la sociedad global y analicemos hacia dónde queremos avanzar como especie. Salvación o extinción. Esto es un hecho científico, no pandémico.
Y mientras nos lo preguntamos, Trump compra derechos de explotación en territorio de La Luna. Uno que no pierde el tiempo, dando un triple salto mortal y saltándose las normas internacionales, por enésima vez. El capitalismo no descansa en tiempos de coronavirus. Al contrario, agudiza su ingenio. Es maquiavélico.
Nos hemos ahogado en un pequeño vaso de agua, inmersos en el océano que cubre La Tierra. Gotas de agua en una inmensidad. Insignificantes por separado. Pero juntos seríamos imbatibles. Como especie, no como individuos. En unas semanas el planeta respira dejando imágenes históricas de animales recuperando su antiguo hogar y aguas recuperando su color.
Superada la fase más angustiosa de la pandemia, y con unas cifras que ponen los pelos de punta ¿vaso medio lleno o medio vacío?.
Si tanto dicen que hemos aprendido durante el confinamiento, la pregunta es… ¿a qué estamos dispuestos a renunciar? ¿al mes de abril?…
Publicado – 2 Mayo 2020
¿CÓMO HAS VIVIDO LA PANDEMIA DEL COVID-19?
¿ESTABAS DE AVENTURA?
¿HAS PERDIDO VIAJES POR LA PANDEMIA?
¿NUEVAS METAS SURGIDAS DEL COVID?
¿VIAJES NACIDOS EN CONFINAMIENTO?
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